“Debemos saber, sabremos” David Hilbert
A estas alturas no vamos a descubrir para nadie (o casi nadie) quién era David Hilbert (1862-1943), pero como breve biografía podemos decir que fue uno de los más notables matemáticos de finales del XIX y principios del XX, realizando grandes avances en distintos campos de las matemáticas.
Además, fue el autor de la lista de 23 problemas sin resolver que marcaron el rumbo de la investigación matemática en el último siglo.
Pero Hilbert, como genio que era, tenía sus pequeñas excentricidades. En este post vamos a comentar las más célebres anécdotas de su vida.
En primer lugar vamos a hablar de mi favorita. Hilbert era catedrático y director del Instituto de Matemáticas de la Universidad de Gotinga, sin duda la que por entonces era la más importante del mundo.
Un día, Hilbert recibió en su casa la visita de un matemático, profesor universitario, para tratar ciertos resultados, por lo que se suponía iba a ser una conversación extremadamente interesante. El invitado al llegar colgó su abrigo y su sombrero en un perchero a la entrada de la casa como es costumbre.
Transcurridos unos minutos, ya que la conversación no era tan fructífera como hubiera deseado, Hilbert se levantó, se puso el sombrero y el abrigo de su invitado y se marchó de su propia casa, dando así por finalizada la conversación y dejando al otro profesor en su salón.
Pero esa no es la única historia que ocurrió en su casa. Un día esperando a los invitados para una cena, su esposa le dijo que se cambiara la corbata porque era muy fea. Transcurrió un buen rato y como no aparecía, su señora fue a buscarlo a la habitación. Su sorpresa llegó al verlo durmiendo en la cama con el pijama puesto. Al despertarlo le preguntó que por qué había hecho eso, a lo que respondió: “Al quitarme la corbata simplemente continué con mi algoritmo diario”.
Otro hecho destacado que podemos contar de él, es que era un gran defensor de la mujer en la universidad. Hay que decir que por aquél entonces la universidad estaba reservada para los hombres y era extremadamente difícil que una mujer pudiera acceder a ella.
El propio Hilbert consiguió un permiso especial para que Emmy Noether pudiera estudiar, y como era una maravillosa matemática, luchó todo lo posible para que pudiera dar clases. Como no se lo permitieron, la solución que encontraron conjuntamente fue poner las clases con Hilbert de profesor y Noether de asistente, aunque al final todas fueron impartidas por ella.
Por último, vamos a contar algo que a todo estudiante de matemáticas nos ha ocurrido alguna vez.
En cierta ocasión, el profesor Hilbert estaba dando clases. Enunció un resultado y posteriormente dijo que la demostración era trivial. Un alumno preguntó que por qué lo era, a lo que en ese momento el profesor no supo responder.
Al día siguiente llegó a clase y dijo “La demostración de ayer en efecto era trivial. No hay nada más que decir”.
Hay muchas más historias interesantes de este gran matemático. Seguro que seguiremos hablando de él en este blog en el futuro en muchas ocasiones, porque en Matemáticas Digitales consideramos que ha sido una de las mentes más brillantes e interesantes de la historia.
@JcVirin